viernes, 1 de mayo de 2009

El arte de amar


Libro II del Arte de Amar.

Quién osó divulgar entre los profanos los ritos de Ceres y los magnos sacrificios instaurados en Samotracia? Pequeña es la virtud de guardar en secreto las cosas, pero por contra grave es la falta de decir lo que ha de callarse.¡Vaya, bien está que el parlanchín de Tántalo, toda vez que ha intentado coger en vano las manzanas del árbol, arda también de sed en mitad del agua! Es sobre todo Citerea (Venus) quien ordena que se silencien sus sacrificios: lo advierto, que no acuda a ellos ningún charlatán. Si los misterios de Venus no han sido escondidos en cestos, ni cóncavos bronces resuenan con golpes enloquecidos , sin embargo, se dan entre nosotros en medio de la vida corriente, pero de tal forma, que quieren mantenerse escondidos entre nosotros. La propia Venus, cuantas veces se quita sus vestidos, se tapa semiencorvada su pubis con la mano izquierda. En plena calle y por todos sitios copula el ganado: también al ver esto, a buen seguro que una joven aparta su mirada.A nuestros escarceos les convienen los tálamos y una puerta, y nuestras vergüenzas se esconden bajo el vestido que las tapa.Y, si no tinieblas, al menos buscamos una cierta penumbra y algo menos que la luz clara. Entonces también, cuando la teja todavía no impedía el paso del sol y de la lluvia, sino que la encina daba protección y comida, el placer se unía en el bosque y en las cuevas, no a la vista de Júpiter: tanta preocupación por el pudor tenía el rudo pueblo.Sin embargo, ahora otorgamos honores a nuestros actos nocturnos y nada se paga tan caro como el poder hablar. ¿Es que va a hacer recuento de todas las jóvenes, allí donde hubiera alguna para decirle a cualquier fulano "esta también fue mía?" ¿Para que no te falten jóvenes a las que puedas señalar con el dedo, el que hayas tocado a alguna, se va a convertir en villana calumnia? Me quejo de cosas pequeñas: algunos fingen lo que de ser cierto negarían y dicen haberse acostado con todas. Si no pueden sus cuerpos, tocan sus nombres, que sí pueden, y su fama se empaña con el delito aunque no haya sido tocado su cuerpo.Ve ahora, cierra las crueles puertas, odioso guardián de la joven y échale cien cerrojos. ¿Qué seguridad queda cuando existe el adúltero de nombre y desea que se crea lo que no le fue dado ser? Nosotros confesamos parcamente, incluso amores verdaderos, y nuestros místicos* escarceos quedaron tapados bajo un firme pacto de silencio."

*Misticos porque para Ovidio tienen la consideración de los misterios, en el sentido de que no conviene divulgarlos.

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